suceda, sino como reaccionamos nosotros...
Si te pones a coleccionar heridas
eternamente sangrantes, vivirás como un pájaro herido incapaz de
volver a volar. Uno crece cuando no hay vacío de
esperanza,
ni debilitamiento de voluntad,
ni pérdida de fe.
Uno crece
al
aceptar la realidad
y al tener el aplomo de vivirla.
Crece cuando acepta su destino,
y tiene
voluntad de trabajar para cambiarlo.
Uno crece asimilando y aprendiendo de lo
que deja detrás...
construyendo y proyectando lo que tiene por
delante.
Crece cuando se supera, se valora, y da frutos.
Cuando
abre camino dejando huellas,
asimilando experiencias...
¡Y siembra raíces!
Uno crece cuando se impone metas,
sin importarle comentarios negativos, ni
prejuicios, cuando da ejemplos sin importarle burlas,
ni desdenes...
cuando se es fuerte por carácter, sostenido por
formación, sensible por temperamento... ¡Y humano
por nacimiento!.. Cuando
enfrenta el invierno aunque pierda las hojas,
recoge
flores aunque tengan espinas
y marca camino aunque se
levante el polvo.
Uno crece ayudando a sus
semejantes, conociéndose a sí mismo
y dándole a la vida más de lo que recibe.... Uno crece cuando se planta para no
retroceder... cuando se defiende como águila para no dejar de
volar... Cuando se clava como ancla en el mar
Para mejorar tu habilidad social debes empezar por ser tu mismo. Ten
en cuenta que solamente tú puedes ayudarte. Es bueno ser sociable, pero
toma tiempo y mucha práctica de por medio.
PASOS A SEGUIR
1. Haz contacto visual.
El emanar confianza en uno
mismo es importante, así que empieza por tener confianza en lo que haces
(No trates de ser lo que no eres).
2. Habla a las personas que están a tu alrededor.
Pregúntales, cuenta chistes, haz lo que sea necesario para iniciar una conversación, verás que los demás te aprecian y que te esperan.
3.- Recuerda la letra E.
¡Empatía! Pregunta a las personas sobre lo que hacen. Las personas aman
hablar sobre ellos y sus esfuerzos diarios. Pregúntales sobre sus vidas, sus trabajos, sus aficiones,...
busca intereses en común y simpatiza con sus problemas, verás que no son muy distintos de los tuyos.
4. ¡Recuerda la diversión!
Todos somos divertidos, en menor o mayor medida y por eso disfrutarán de tu compañía y los demás disfrutarán de la tuya.
5. Esfuérzate.
Cuando estés en casa llama a tus amigos y habla con ellos por teléfono. No te aisles, no te sientas solo, existe todo un mundo alrededor esperando tus palabras, tu presencia y tu sonrisa.
6. Acepta invitaciones de tus nuevos amigos para estar con ellos.
No cierre tu circulo de amigos, existen un gran mundo de personas por descubrir, por ello, invita a otros, es importante hacerles conocer que sabes pasártelo bien con ellos y que disfrutas esos momentos.
7. No estés solo todo el tiempo.
Si no conoces a las personas alrededor tuyo, trata de acercarte a un
grupo y empieza una charla. Lo más seguro es que te hablen, que se interesen por ti, y por qué no, empiece una amistad que no termine jamas.
8. Mezcla tu rutina.
Esfuerzate e intenta conocer diferentes personas, invita a esa mujer o a ese hombre que siempre saludas pero que no sabes nada de él a la hora de comer, tomate un café y de esta forma conocerás a más personas y tu círculo,al igual que las ondas en un río van aumentando y creciendo.
9. Sé optimista.
Las personas se acercan a personas positivas como abejas a la miel. Busca las formas de ser feliz y verás la vida de manera diferente, tus problemas podrás compartirlos y estos a medida que hablas se van haciendo mas pequeños y por qué no, al final encontraras la solución adecuada.
10. Resalta las cosas positivas de cada persona.
Es una buena forma de iniciar una conversación y sobre todo de cambiar tu vida.
Existen personas a tu alrededor, existe todo un mundo que en este momento se esta perdiendo tu sonrisa, tus palabras, tu compañía,... sal a la calle y busca a tus amigos, ahí es donde esta la verdadera vida, ahí esta el sentido del mundo, no te aisles, mira a tu alrededor y verás todo un mundo sediento por tu maravillosa persona.
La sonrisa es la expresión material visible de la manera como nuestro corazón palpita y siente. Mas sonreír es mucho más que un mero movimiento de la boca, es un gesto en el que se implica y se expresa todo el cuerpo y, por tanto, la totalidad del ser.
Se sonríe con la boca cuando se dibuja en ella la silueta de lo que verdaderamente somos: una fuente infinita de alegría.
Se sonríe con las manos
cuando hacemos de la caricia una experiencia auténtica de encuentro con
la piel del otro en la que reconocemos una presencia y no sólo una
superficie.
Se sonríe con los brazos
cuando nos abrimos para acoger al otro y acercarlo a nuestra parte más
cálida y tierna, cuando nos fundimos y creamos un circuito de amor desde
la aceptación y acogida del cuerpo del otro, tal y como es.
Se sonríe con los pies
cuando vivimos cada pisada como una caricia a la tierra y en cada paso
hacemos y recorremos camino. Sonreímos cuando el caminar no es un
simple desplazamiento sino un gesto consciente y amoroso de
acercamiento.
Sonrío con los oídos
cuando reconozco en quien me habla un mensajero de algo que puede ser
importante para mí, cuando mi manera de escuchar despierta en quien me
habla su palabra más certera y auténtica, cuando me oigo en lo que oigo y
ayudo al otro a expresarse en aquello que dice.
Sonrío con los ojos
cuando mi mirada es profunda porque llega al centro sagrado de todo
aquello que veo, cuando desde mis pupilas se proyecta un sutil halo de
luz y calor que ilumina y acoge todo aquello que ve.
Sonrío con el almacuando a través de mi sonrisa celebro la bondad y la maravilla de todo lo creado y siento que es la Vida quien se alegra en mi propia alegría y transforma un sencillo gesto facial en puro don, en ofrenda, en regalo.
JOSÉ MARIA TORO.
Del libro LA VIDA MAESTRA. Desclée de Brouwer. 2001. página 103